La batalla contra la impopular reforma de las pensiones se recrudeció este viernes en Francia tras su polémica adopción por decreto, con un aumento de las acciones de protesta y la presentación de dos mociones de censura contra el gobierno.
Con la circunvalación de París cortada durante media hora, liceos bloqueados, 10.000 toneladas de basura acumuladas en la capital o la invasión de vías férreas en Burdeos (suroeste) y Tolón (sureste), el malestar de los franceses tomó múltiples formas.
“Sentimos este anuncio [del gobierno] como un insulto. Hace semanas que no nos escuchan. Esto generó mucha ira”, declaró a la agencia de noticias AFP Philippe Melaine, un profesor de un liceo de Rennes (oeste), donde más de 2.000 personas se manifestaron el viernes.
La víspera, el presidente liberal Emmanuel Macron decidió adoptar su reforma, sin someterla al voto de los diputados, al temer una derrota en el Parlamento, en virtud de un mecanismo legal: el controvertido artículo 49.3 de la Constitución.
Su objetivo es retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y adelantar a 2027 la exigencia de cotizar 43 años (y no 42 como ahora) para cobrar una pensión completa. Dos de cada tres franceses, según los sondeos, se oponen.
Para impedirlo, la oposición presentó dos mociones de censura: una del grupo independiente LIOT y otra de la ultraderecha. Si al menos una se aprueba -algo complicado-, caerían el gobierno de la primera ministra Élisabeth Borne y la reforma.
“Explosión social”
El gobierno está bajo presión. Para los observadores, el uso del artículo 49.3 supuso un “fracaso” y simboliza la “debilidad” de Macron, que se juega con esta reforma su capacidad de actuar durante su segundo mandato.
“El presidente podría salvar los muebles anunciando que la ley será derogada tras esta adopción antidemocrática. Pero no es propio de él escuchar a los franceses”, reza el editorial del diario de izquierda Libération.
Por el momento, la decisión impulsó una contestación en las calles, que había perdido fuerza en los últimos días tras vivirse el 7 de marzo la mayor protesta contra una reforma social en tres décadascon entre 1,28 y 3,5 millones de manifestantes, a llamado de los sindicatos.
Pero estos últimos tienen “miedo” de que el movimiento social les supere y se radicalice, indicó a la agencia de noticias AFP el presidente de la CFTC, Cyril Chabnier, quien recordó que ya advirtieron al gobierno que, si no escuchaba y usaba el 49.3, habría “riesgos de una explosión social”.
Cientos de personas se concentraron de nuevo el viernes en la tarde en la plaza de la Concordia de París. El jueves, la policía ya evacuó el lugar con cargas, cañones de agua y gases lacrimógenos. Las protestas, en varias ciudades, dejaron ese día 310 detenidos.
A la espera de la nueva jornada de protestas masivas convocada por los sindicatos el próximo jueves, el líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon llamó a “movilizaciones espontáneas”. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, advirtió que no las permitirá ni el “desorden” tampoco.
El sector de la energía, punta de lanza de las huelgas prorrogables desde hace diez días, recrudeció su pulso. Los huelguistas amenazaron con paralizar dos refinerías para el lunes.
Las autoridades recomendaron anular el lunes un 30% de los vuelos en el aeropuerto parisino de Orly, un 10% más que esta semana.
Mociones de censura
Tras el 49.3, la primera ministra aparece muy debilitada, al defender durante meses el diálogo con la oposición para intentar aprobar una reforma que buscaba equilibrar la caja de las pensiones. “Nuestra vocación es continuar gobernando”, dijo el vocero del Ejecutivo, Olivier Véran.
El lunes en la tarde, según fuentes parlamentarias, el gobierno enfrentará dos mociones de censura. La presentada por LIOT puede recabar el máximo de apoyos, pero se quedaría a unos 30 votos de los 287 necesarios para hacer caer el gobierno y la reforma.
El frente de izquierdas Nupes, el grupo ultraderechista de Marine Le Pen y los diputados de LIOT votarán a favor, pero no el partido opositor de derecha Los Republicanos, que negoció con el oficialismo la reforma pese al rechazo de unos veinte diputados disidentes.
En este pulso, Macron, reelegido en abril hasta 2027 y a quien no le afecta la moción, amenazó incluso con disolver la Asamblea, si finalmente esta tumbaba su reforma. Según los sondeos, la extrema derecha sería la beneficiada de un adelanto electoral.