Un año después de que las mayores protestas en décadas sacudieran al gobierno de partido único de Cuba, cientos de personas que participaron están en prisión y los factores económicos y políticos que causaron las manifestaciones permanecen en gran medida.
Calles y plazas públicas llenas de manifestantes los días 11 y 12 de julio de 2021, algunos respondiendo a los llamamientos de las redes sociales, otros se unieron espontáneamente para expresar frustración por la escasez, las largas colas y la falta de opciones políticas.
Desde entonces, algunas cosas han cambiado: el gobierno del Partido Comunista ha hecho su apertura más expansiva, aunque todavía limitada, en seis décadas a la empresa privada, autorizando a las pequeñas y medianas empresas. Y la relajación de la pandemia de COVID-19 ha permitido un resurgimiento gradual de la crítica industria turística.
Pero la economía general sigue siendo grave, con largas colas y un rápido aumento de los precios de los bienes limitados. Eso ha alimentado un enorme aumento de la migración, principalmente a los Estados Unidos.

Sin embargo, las protestas lo cambiaron todo para la familia Román del barrio de La Guinera de La Habana.
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Tres de los miembros de la familia fueron arrestados el 12 de junio de 2021 y dos siguen encarcelados.
“No han cometido un delito tan grave que justifique ese castigo”, dijo Emilio Román, de 51 años, cuyo hijo Yosney, de 26 años, trabajador de la construcción, y su hija Mackyanis, de 24 años, ama de casa, fueron condenados a 10 años de prisión por cargos de sedición en marzo. Su hija menor, Emiyoslan, de 18 años, fue puesta en libertad condicional porque era menor de edad cuando fue arrestada.
Tres primos también fueron arrestados, dos de ellos ahora encarcelados durante 10 años también.
Los funcionarios no han dicho cuántas personas fueron arrestadas durante las protestas que tuvieron lugar en docenas de lugares de todo el país, pero una organización independiente formada para rastrear los casos, Justice 11J, ha contado más de 1.400.
La fiscalía nacional dijo en junio que los tribunales habían impuesto 488 sentencias a los manifestantes, de hasta 25 años de prisión.
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“El gobierno ha demostrado su naturaleza autoritaria”, dijo Giselle Morfi, una abogada cubana ahora con sede en México que trabaja con Cubalex, un grupo de asistencia legal centrado en los derechos humanos en Cuba. “El Estado criminaliza el ejercicio de los derechos fundamentales que deben protegerse dentro de cualquier sociedad democrática, como la libertad de expresión, y estigmatiza la protesta”.
Dijo que la represión está destinada a disuadir a los cubanos de cualquier nueva ola de protestas.
Uno que convocó más manifestaciones, sin éxito, en noviembre pasado, el dramaturgo Yunior García, terminó abandonando el país.
Las autoridades insisten en que los arrestados no son presos políticos, sino personas que han violado las leyes contra el desorden público, el vandalismo o la sedición, a menudo a instancias de grupos de oposición con sede en Estados Unidos que utilizan las redes sociales para atacar al estado socialista.
Después de una campaña masiva de vacunación con vacunas desarrolladas en la propia Cuba, las autoridades dicen que no han visto muertes por COVID-19 en más de un mes. Los hoteles y las rutas aéreas cerradas durante más de un año han estado reabriendo, algo crucial para un país que depende en gran medida del turismo extranjero para obtener la moneda fuerte necesaria para importar alimentos y otros bienes cruciales.
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Cuba registró solo 573.000 visitantes extranjeros el año pasado, frente a 4,2 millones en 2019.
Pero quedan largas colas para el combustible y los cortes de alimentos y energía son comunes tras la caída económica inducida por la pandemia del 11 % en 2020 y un débil repunte del 2 % en 2021.
“Esos funcionarios cubanos se niegan a aceptar las tres claves económicas más simples de la crisis: el desayuno, el almuerzo y la cena”, dijo Domingo Amuchástegui, un ex diplomático cubano. Argumenta que la apertura a las pequeñas empresas privadas sigue siendo demasiado limitada.
“Se está ignorando la gran lección de China y Vietnam”, dijo, refiriéndose a las naciones lideradas por los comunistas que han abierto mucho más amplias a la empresa privada.
Una de las consecuencias más visibles de la crisis económica, y en menor medida de la represión, es el fuerte aumento de la emigración.
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“Hay cada vez menos jóvenes listos para ganarse la vida en el país”, dijo el abogado y analista político nacido en Cuba Luis Carlos Battista, quien dijo que la pérdida es económicamente perjudicial para una pequeña nación con una población que envejece que intenta hacer frente a las sanciones económicas de Estados Unidos.
“Fácilmente podría ser que el 1,5 % de la población cubana se haya ido en solo 10 meses”, dijo.