El primer ministro británico Boris Johnson aceptó dimitir este jueves después de días de deserciones paralizaran al controvertido líder y lo dejaran incapaz de gobernar.
Johnson finalmente aceptó dimitir después de que uno de sus aliados más cercanos, el jefe del Tesoro Nadhim Zahawi, le dijera al primer ministro que renunciara por el bien del país. No estaba claro de inmediato si Johnson permanecerá en el cargo mientras el Partido Conservador elige a un nuevo líder, que también se convertirá automáticamente en primer ministro. Se espera un anuncio formal más tarde el jueves.
“Primer Ministro: esto no es sostenible y solo empeorará: para usted, para el Partido Conservador y, lo más importante, para todo el país”, dijo Zahawi en una carta a Johnson. “Debes hacer lo correcto e irte ahora”.
La intervención de Zahawi se produjo después de que dos miembros más del gabinete de Johnson renunciaran, junto con tres funcionarios subalternos, impulsando el número de los que han abandonado el gobierno esta semana después de los 50.
Johnson rechazó el miércoles los llamamientos a dimitir, argumentando que tenía un mandato de los votantes para permanecer en el cargo. Pero el jueves por la mañana, el hombre que se ha ganado la reputación de salir de las controversias políticas se vio obligado a admitir por la realidad de su situación.
Bernard Jenkin, un legislador de alto rango del Partido Conservador, dijo que se reunió con Johnson el miércoles y le aconsejó que se retirara.
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“Acabo de decirle: ‘Mira, es justo cuando te vas ahora, y así es como vas. Puedes ir con algo de dignidad o puedes ser expulsado como Donald Trump, aferrándote al poder y fingiendo que ha ganado las elecciones cuando está perdido”, dijo Jenkin a la BBC antes de que Johnson aceptara dimitir.
Johnson, de 58 años, logró permanecer en el poder durante casi tres años, a pesar de las acusaciones de que estaba demasiado cerca de los donantes de los partidos, que protegía a los partidarios de las acusaciones de acoso y corrupción, y que engañó al Parlamento y era deshonesto con el público sobre los partidos de las oficinas del gobierno que rompieron las reglas de confinamiento
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Un poco de historia
Cuando Boris Johnson dio su discurso inicial como primer ministro el 24 de julio de 2019, lo hizo desde el famoso número 10 de Downing Street. Por aquel entonces, ni él ni su gabinete de Gobierno imaginaban la cantidad de controversias que generaría su figura en unos meses.
“Los escépticos, los pesimistas, se van a equivocar de nuevo. La gente que apostó contra Reino Unido van a volver a perder”, dijo desde la famosa puerta negra londinense, cuando entonces se proponía llevar a cabo el Brexit, cuya campaña a favor fue su principal caballo de batalla para llegar a dirigir el país.
Johnson nació en el 1964 en Nueva York, Estados Unidos, donde sus padres estudiaban en el momento. No obstante, cuando tenía solo un año, la familia británica decidió regresar a Reino Unido. Para dejar clara su identidad nacional, Johnson decidió renunciar a ciudadanía estadounidense en 2015.
A su salida de la Universidad de Oxford -donde estudió Letras- el político conservador se decantó por el periodismo, profesión que hoy no deja pasar por alto ninguno de sus escándalos. Una etapa de su vida que arrancó envuelta en polémica, tras ser despedido del prestigioso periódico ‘Times‘ por inventarse una cita a los pocos meses de entrar a trabajar allí, en 1987.
“Empeoré las cosas”, dijo al periódico ‘The Independent’ en 2002 respecto a su intento por negar las acusaciones.

Sin embargo, ese incidente estuvo lejos de marcar el final de su carrera periodística. Casi inmediatamente después de ser despedido, el ‘Telegraph’ lo fichó como corresponsal en Bruselas, sede de la Unión Europea. Desde allí, comenzó a forjar su política antieuropea, que los expertos denominarían como el “euromito” -una retórica que sostenía que la Unión Europea amenazaba el estilo de vida británico-.
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“El credo johnsoniano considera que mentir es, según sus propias palabras, aceptable y a veces deseable”, aseguró uno de sus compañeros de profesión al periódico ‘The Washington Post’.
Durante su corresponsalía para el ‘Telegraph’, Johnson se sirvió de titulares como ‘Amenaza a las salchichas rosas británicas‘ para sus crónicas, claramente en línea con el euroescepticismo. Frases que le hicieron ganar muchos detractores pero también seguidores.
Algo de lo que el propio Johnson aseguró ser “muy consciente”. Un sentimiento que, según él mismo ha reconocido, fue su puerta de entrada al mundo de la política.
“Todo lo que escribía desde Bruselas estaba teniendo un increíble efecto explosivo en el Partido Conservador y supongo que me dio una extraña sensación de poder”, sostuvo en una entrevista con la televisión británica BBC.
Boris Johnson y el mundo de la Política
No fue hasta 2001 cuando Johnson se sentó en la Cámara de los Comunes y lo hizo con el Partido Conservador. Desde allí, su carrera política despegó y consiguió convertirse en alcalde de Londres en 2008 y repetir en el cargo en 2012.
“Me siento orgulloso de lo que he hecho con esta ciudad”, clamó al ganar la alcaldía por segunda vez consecutiva.
Y si su carrera periodística estuvo marcada por polémicas desde el principio, su profesión como político no fue diferente. Johnson fue acusado por mantener relaciones con mujeres con cargos inferiores al suyo e incluso por dejar a varias embarazadas. También estuvo en el ojo del huracán por comentarios xenófobos contra afrodescendientes y musulmanes, aseguró estaban siglos retrasados respecto a Occidente debido a su religión.
No obstante, todas estas controversias no parecieron afectar su carrera política, que iba creciendo por momentos. Tras el referendo de 2016, en el que los británicos decidieron abandonar la Unión Europea, Johnson fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores bajo el Gobierno de Theresa May.
Tras dos años en el cargo, en 2018, el conservador decidió renunciar. Sus políticas e ideas para salir de la Unión Europea chocaron con las de May, que arrastraba críticas del ala más euroescéptica de su partido. Un año después sería Johnson el que ostentaría el cargo de primer ministro, consiguiéndole a los conservadores la mayor votación desde la época de Margaret Tatcher.
Con el maletín bajo el brazo, su promesa fue clara desde el inicio de su mandato: sacar a Reino Unido de la Unión Europea.